TERRAZAS

Posted by Walterio | Posted in , , , , | Posted on 8/28/2008 12:00:00 a. m.

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Los balaustres del refinamiento, se asomaron a la naturaleza comechingona del valle de Paravachasca.
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(Y el sol… redimió a la aristocracia de la tardía venganza de los bacilos).

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Señorita Martina Iriarte
Vte. López 244 Buenos Aires
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Querida Martina
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Es la segunda postal que te envío y no me contestás, decile a Antonio que Pablo le manda (a) decir que se anime a venir unos días por aquí que seguramente le harán mucho bien.
Él se encuentra un poco más aliviado en el sentido de que puede dormir mandame noticias de Zenga.
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Recuerdos para los muchachos y tú el cariño de Adela
19 de Octubre 1911
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(La Mucama rescató la postal del cesto de papeles del escritorio y la colocó en el bolsillo de su delantal blanco, era una pena desperdiciar una imagen tan bonita.).

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SERÁ EL CLIMA

Exteriores del Sierras Hotel. Sánchez Rey y Gonzalez del Pino están sentados en reposeras en la entrada. Conversan.

—Qué tranquilidad acá, eh.
—Y que lo diga, Sánchez. Una bendición.
Pasan tres minutos.
—El clima, seguro.
—El aire. Una ensoñación.
Pasan cinco minutos.
—¿Le digo algo? Yo me quedaría a vivir acá.
—Si no fuera por el presupuesto.
—Si no fuera por el presupuesto.
Pasan diez minutos.
—¿Aquellos son perros y una perra?
—Perros y perro. Arlequín se llama. Es de una gente de Santa Fe.
—Mire usted.
—Sí.
Pasan quince minutos.
—Me parece que tendríamos que juntar las bochas.
—Si lo dice por esas cuatro de al frente, son de aquellos.
—¿Los de los sillones del frente?
—Los mismos.
Pasan veinte minutos
—¿Ha visto que no se han movido, González?
—En media hora, pero los tengo controlados.
—¿Será el clima?
—Vaya a saber.

Diego: Este episodio es genial! casi lo podría visualizar en un comic o un sketch de humoristas británicos.

Siguen los exteriores del Sierras Hotel. Adela y Doralice - bajo sus capellinas- están en saludable comunicación -no sólo- con Apolo.
-Nos siguen mirando.
-¿Y? Disfrutá ¿no te hacen sentir más renovada?
-No, me pone inestable el no conocerlos, ni poder entablar una conversación sin inferir la aprobación de otras miradas.
-Ay, Adela. ¿Es para tí sólo el Señor Z quien tiene permitidas esas miraditas?
-¿Señor Z? ¿Te referís a Zenga? Jaaa. De él no me hables.
-Si hasta Arlequín pareciera extrañarlo. Acaba de juntar todas esas bolitas en el piso ¿no te recuerda algo esa conducta?
-Noo noooo.
-¡Ay! Zenga siempre jugaba con él, y hasta lo veíamos siempre volver con la pelotitas en la boca.
-¿Sabés que me olvidé de esa parte?
-Ahhh, nunca cambiarás. ¿para cuando la sinceridad?
-Mirá, ¡ahi se levantan los tipos! ¡Vienen! ¡Están tras nosotras!
-Pero calmate Lita. ¡No nos van a morder!
-Pero es que... en fin. Si me ven en éstas ¿que digo? ¿Y si me preguntan si tenemos un lugar vacante en la mesa, que hago?

Se acercan una pareja de amigos que hasta entonces estaba sentada distante, y tras saludarles amablemente, les dicen:
-¿Podríamos utilizar las bochas que están ahí?
Tras una rápida aprobación, y luego de tratar de capturarlas, Arlequín reacciona como él sólo sabe.
-¿Pero qué le pasa a éste perro? Ayaa. Me está mordiendo. Aya, sueltame desgraciado. Señoritas, hagan algo. Por favor, vamos.
Ambos amigos, comienzan a correr en dirección a la galería, y a la par del animal.
-Wofff. Woffff.Woooooooofffff!
-¡Bien merecido se lo tienen! Y todo, por no saber apreciar lo que es bueno.
-¿Y si vamos a tomar el té?
-¿Donde estará Arlequín?

Maru

Es increíble esta postal. Sin lo ostentoso que pudo ser el Sierras, tener ese paisaje casi en la palma de la mano, ha de haber sido maravilloso.

¡Resistan todo lo que quieran bacilos y cocos, que de acá no me mueve nadie, por más vientos de agosto!
Besos

Maru: Veo que los personajes apoltronados en la terraza del Sierras continúan estimulando las fantasías literarias, muy simpática la continuación de la historia.

Nel: Y pensar que ahora, ese espacio exterior ha sido sacrificado para que los automóviles lleguen a la puerta del nuevo casino.