Y entonces…
El Reloj Público comenzó a contar los pasos que da el tiempo, sobre los muros de piedra.
La estancia cumplía 350 años, hubo un concurso con un jurado que contó entre sus integrantes al Arquitecto Juan Kronfuss y que declaró desierto al primer premio.
Pero se construyó el segundo, proyectado por los Arquitectos Nereo T. Cima y Nélida Azpilicueta tras modificar algunos detalles y ajustarse al presupuesto de $ 30.000.
La memoria descriptiva de los autores exponía:
“En la composición arquitectónica del Monumento han sido escalonadas desde la base hasta la cúspide, las distintas épocas de la vida de América Latina, reflejando a los principales propulsores de nuestra civilización”.
“Siendo así, se ha dotado al monumento de una base formada de piedras toscas y adornos simbólicos, reflejando al Indio por su sobriedad. Sobre el dado granítico de carácter indio, nacen formas coloniales que identifican esta época, por medio de sus arcos, balcones y revestimientos rústicos. Las sencillas y claras formas arquitectónicas de la época de la Colonia, han sido flanqueadas en sus cuatro esquinas por las figuras de:
EL INDIO, en su forma natural y salvaje.
EL CONQUISTADOR, en su papel de colaborador eficaz, durante la primera época de nuestra historia.
EL MISIONERO, en su función de civilizador y propagador de la fe cristiana.
EL GAUCHO, criollo que con su inteligencia y sentimientos nobles, forjó la grandeza de la Patria.”
A pesar de un olvido injusto, cada busto, ejecutado en piedra por el escultor Troyano Troiani fue colocado a 13 metros de su base, mientras que en el coronamiento de la torre se instaló el reloj eléctrico de 4 esferas con campana de bronce adquirido por colecta popular, contribución Municipal y del Gobierno Provincial.
.Foto cedida por el Profesor y Escritor Raúl A. Ontivero.
Martes 14 de Octubre de 2008
“El Reloj Público ya no es la inmaculada torre que reflejara su blancura en las aguas del Tajamar, sin embargo sigue siendo el contrapunto vertical perfecto para la horizontal aspereza del casco jesuita.
Por estos días, nuevos proyectos pretenden recuperar, recomponer y restaurar los significados de nuestro corazón urbano ante el desconcierto de los vecinos que no entienden, que no admiten, que desconfían porque poco se sabe.
Mientras, a sus espaldas, las opiniones y decisiones de aquellos funcionarios que no alcanzan a sustentarse ni por el honor de un currículum profesional, ni por la inteligencia y sensibilidad que otorgan la experiencia, pretenden legitimarse con la autoridad que les da un cargo que no merecen...
Hace 70 años un concurso público enriquecía el paisaje urbano de Altaria con un nuevo símbolo, un antecedente saludable para que la integración peatonal del Centro Histórico sea producto del mejor de los proyectos posibles y no un mamarracho trazado en los anónimos tableros de una repartición municipal.”
.Crónicas de un altariano..