ARRIBOS

Posted by Walterio | Posted in , , , , | Posted on 11/18/2011 12:00:00 a. m.

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Apenas pudo concentrarse en el libro que había seleccionado para el viaje, la uniforme continuidad de los sembradíos más allá de la ventanilla, ejercía sobre ella una atracción mayor que aquellas palabras iniciales:

“Siempre es posible esperar del tiempo respuestas a las incógnitas suscitadas en el pasado, el futuro podrá ofrecerse como una ventana al paisaje de las certezas. En tanto nuestras vidas continúen su marcha dejando atrás los recintos silenciosos de la duda y el fracaso, nunca será tarde para descorrer las cortinas y abrir los postigos con júbilo…”

Dudaba que a través del cristal pudiera identificar entre los surcos, la señal que aprobaba su decisión, por lo pronto le quedaban tantos kilómetros como páginas por sufrir al protagonista de su aburrida novela.

Si aceleraba los preparativos, alcanzaría el tren que seguramente llegaría al mediodía. Miró a su alrededor, comprobó que todo estuviera en orden y de pie frente al espejo buscó en sus ojos azulados, algún rastro que lo delatara. Todo lo que a partir de ese instante comenzara a sucederle, quizás quedaría en manos de una red de casualidades: un descuido, la habitual distracción local de las instituciones públicas. Estaba decidido a reescribir cada carilla de su tormentoso diario, pero para ello necesitaba huir de la empecinada soledad de los excesos y desvaríos, intentando compartir por primera vez, el reposo de un hogar. Nunca antes se había planteado el amor como una opción y aquello que por muchos años le había parecido un decadente lugar común, se presentó como su alternativa redentora.

En el coche comedor pudo disfrutar de una infusión reconfortante que la sacó de sus cavilaciones al ponerla al alcance de las miradas ajenas. Dos elegantes damas, luciendo elaborados sombreros la saludaron al pasar por su mesa, ella respondió con una discreta reverencia a pesar de sospechar que tras el protocolo, sus cabezas emperifolladas se inclinarían escandalizadas en el vagón siguiente, comentando su viaje solitario a tierras cordobesas. Hacía tiempo que las habladurías no la inquietaban, su postura frente a la sociedad porteña había transgredido todas las convenciones, desde el día en que se propuso realizar estudios superiores que siempre habían estado reservados para los hombres. Desde su cultivado intelecto, podía comprender el limitado mundo de aquellas mujeres condenadas a un maternal y frívolo devenir.

Abandonó su cuarto con sigilo, por suerte la estación quedaba muy cerca, le sorprendió que la gente en la calle apenas reparara en su presencia. Típico prejuicio de extranjero que pretende ser el centro de las miradas pueblerinas, pero instantáneamente recordó que el Sierras Hotel había acostumbrado a esa gente a los visitantes conspicuos, de doble apellido o sangre real. El carecía de esos atributos, pero sus rasgos caucásicos, lo alejaban de cualquier posibilidad de mímesis con el paisaje humano de Alta Gracia.

Descendió por la vereda soleada y en la penúltima esquina antes de llegar a destino, un linyera le interrumpió el paso. Sobresaltado buscó entre sus bolsillos un puñado de monedas que giraron como minúsculos trompos dorados en la palma encallecida del menesteroso que lo apuñaló con una venenosa mirada de reconocimiento.

El horizonte comenzó a ondularse, la agitación entre los pasajeros era una prueba de que el destino se acercaba descontando durmientes entre los rieles. Pronto tendría con quien comentar sus impresiones sobre el viaje en tren, sabía que la esperaban en la estación con el entusiasmo renovado que prometía una vida nueva. Estaba preparada para demostrar en Alta Gracia, aquello que en la Capital le fuera negado.

 
Apresuró el paso y llegó al andén, le pareció extraño no encontrarse con la actividad propia que precede al ingreso de un tren, temió que sus cálculos hubieran estado desacertados, que algún inconveniente se presentara en el trayecto. Un escalofrío lo paralizó al imaginar que todos sus propósitos podían malograrse por culpa de un error de horarios, entonces advirtió que el viejo reloj de la estación, estaba detenido y que las vías se hallaban cubiertas por la maleza.

Un amistoso grupo de sonrisas le dio la bienvenida, la comitiva del Sanatorio Pattin la aguardaba con respeto. Esa misma tarde ocuparía su puesto de doctora especializada en enfermedades pulmonares.

Un escuadrón lo rodeó en la estación abandonada, el dato aportado por el linyera había sido certero. Esa misma tarde los medios informaron sobre la detención de un contrabandista, mientras esperaba un tren para huir que jamás llegaría...

 

Comments (6)

Me gustó el cuento, tiene una trampa interesante.

Un curioso desencuentro entre el espacio y el tiempo. Muy linda la foto actualizada, una pena que hayan demolido el edificio que aparece en la postal.

Mariana: Me alegro que te haya gustado.

Alejandro: El edificio desaparecido era conocido como "El abrigo" una especie de sala de espera hecha en madera vidrio y chapa que fue desmantelada en la década del ochenta.

Recrear un relato a traves de una imagen del recuerdo, es algo muy bello. Dias atrás recorri el lugar, mi pasado ferroviario me condena, alegrias y tristezas me envolvieron. Me gustó el cuento.

Miguel angel

Miguel Angel: Creo que el mundo ferroviario nos toca a todos de algún modo, aunque no hayamos pertenecido a la Fraternidad. Había algo muy noble en trabajar con los trenes.