AMNESIA
Posted by Walterio | Posted in anisacate , crónicas , fotos , paredones , plaza , sitios , virgen-pintada | Posted on 12/30/2019 12:00:00 a. m.
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UNO
A Martín Alarcón le llevo varios minutos recuperarse, estaba confundido y prácticamente no recordaba nada, el paisaje que lo rodeaba tampoco le daba indicios que pudieran orientarlo, era completamente desconocido. Se incorporó lentamente y comenzó a controlar las pocas pertenencias que llevaba, pero no encontró mucho en sus bolsillos, apenas una tarjeta postal antigua con su reverso manuscrito: “Espérame acá a la hora de siempre” y una firma cuya rúbrica tuvo que desanudar.
Recuperó el nombre de Valeria y los contornos borrosos de su rostro fueron apareciendo junto al eco de algunas palabras de ternura, sintió que por alguna razón la extrañaba mucho. La impresión de haber extraviado su compañía lo llenó de angustia. Le dolía la cabeza y se sentó al borde de una roca a contemplar aquel horizonte erizado de agujas plateadas y domos transparentes albergando jardines tropicales. Al parecer, esa ciudad luminosa en el piedemonte sería el destino de su travesía.
Le llevó largo tiempo adaptarse a ese futuro y recomponer algunos retazos de su pasado reciente. Recordaba a Valeria como la diana de su amor y algunos hechos compartidos que los vinculaban al rescate de una joven despeñada en situaciones temporales alternas. Integrarse a la nueva conformación social le costó mucho más, pero pasó desapercibido entre aquellas víctimas de las primeras traslaciones cuyas memorias desintegradas indujeron la prohibición del cronoviaje.
Estuvo bajo vigilancia estricta porque su identidad continuaba siendo un misterio. Su caso fue caratulado como un posible evento de cuarta dimensión, peculiaridad que determinó una invitación secreta a la Cofradía de Coleccionistas, interesados en la posibilidad de contar entre sus miembros, con un ciudadano de Altaria. Cuando comenzaron a compartir sus colecciones clandestinas, Martín pudo recuperar otros recuerdos que no estuvieron exentos de una interpretación idealizada.
Recuperó el nombre de Valeria y los contornos borrosos de su rostro fueron apareciendo junto al eco de algunas palabras de ternura, sintió que por alguna razón la extrañaba mucho. La impresión de haber extraviado su compañía lo llenó de angustia. Le dolía la cabeza y se sentó al borde de una roca a contemplar aquel horizonte erizado de agujas plateadas y domos transparentes albergando jardines tropicales. Al parecer, esa ciudad luminosa en el piedemonte sería el destino de su travesía.
Le llevó largo tiempo adaptarse a ese futuro y recomponer algunos retazos de su pasado reciente. Recordaba a Valeria como la diana de su amor y algunos hechos compartidos que los vinculaban al rescate de una joven despeñada en situaciones temporales alternas. Integrarse a la nueva conformación social le costó mucho más, pero pasó desapercibido entre aquellas víctimas de las primeras traslaciones cuyas memorias desintegradas indujeron la prohibición del cronoviaje.
Estuvo bajo vigilancia estricta porque su identidad continuaba siendo un misterio. Su caso fue caratulado como un posible evento de cuarta dimensión, peculiaridad que determinó una invitación secreta a la Cofradía de Coleccionistas, interesados en la posibilidad de contar entre sus miembros, con un ciudadano de Altaria. Cuando comenzaron a compartir sus colecciones clandestinas, Martín pudo recuperar otros recuerdos que no estuvieron exentos de una interpretación idealizada.
Su presencia en las
reuniones alteró el equilibrio intelectual de la Cofradía, pues aquellos vacíos
que la memoria no podía llenar, como buen escritor que había sido, eran
ocupados por la imaginación. El cisma entre altarianos y tagacianos, abría su
camino entre objeciones y defensas. En medio de ese proceso Martín se vinculó
con una futura tagaciana, ambos abandonaron las discusiones académicas y se
retiraron a vivir a los cerros cercanos para criar a su único hijo.
Finalizada la tarde un resplandor extraño tras la roca vertical lo llevó a ocultarse en el follaje. Hacia adelante, siete personas horadaban el afloramiento granítico con herramientas que le resultaron desconocidas. Por un instante creyó asirse a la hebra deshilachada de un recuerdo, cierta información que le habría hecho comprender la trascendencia de aquel evento que presenciaba, pero se sintió viejo y cansado y optó por deshacer su camino para conseguir alimento y un refugio donde pasar la noche.
No podía reconstruir sus últimos días ni los anteriores, se encontraba solo ante un río crecido que frustraba su vadeo y lo obligaba a trazar un itinerario aguas arriba donde el sol comenzaba a ponerse sobre los cerros. Se internó en un bosque habitado por cientos de pájaros que parecían señalarle la salida de ese laberinto de ramas y penumbra. Descubrió las huellas que otros caminantes habían dejado en el barro antes que él, eligió seguirlas y lo llevaron hasta un menhir solitario.
Continuó descendiendo por el arroyo entre cascadas y ollas cristalinas rodeadas de arbustos y matorrales aromáticos. Masticó algunas bayas y bebió en cada vertiente que fue descubriendo en su caminata. Un ligero dolor de cabeza lo aquejaba, consecuencia del cansancio y del sol que ya alcanzaba su punto más alto. Seguía sin entender qué hacía en esa región desconocida ni qué buscaba. El galope de los cantos rodados arrastrados por la creciente, le indicaron que había llegado al río.
Despertó sin el aura latente de la pesadilla, pero en el cuerpo sentía las señales de una mala noche: la garganta reseca, el pulso acelerado y la respiración agitada. Un relámpago doloroso le atravesó la espalda y entonces supo que había dormido desnudo bajo un alero de piedra. Desconocía quién era o había sido hasta el día anterior ni cómo amaneció en ese paisaje quebrado por un arroyo cuyas aguas le devolvieron el reflejo de su rostro estigmatizado por los años y la falta de escrúpulos.
La madrugada les permitía trasladarse con el menor riesgo de perturbaciones contextuales posibles. Respetando el protocolo, ya lo habían despojado de toda prenda y objeto que pudiera activarle alguna memoria remanente. Eligieron un sitio con buena provisión de agua, alto y protegido para controlar el entorno circundante del riesgo a ser atacado por originarios hostiles, fieras o alimañas. Todo sería veloz y aséptico para habilitar el año 9088 a.C. como residencia permanente del interceptado.
Determinada la sentencia, los preceptores del Superestado Global lo condujeron al interior de una cámara heptagonal donde apenas podía estar solo y de pie en la oscuridad. Un zumbido en los oídos fue elevando el tono mientras intentaba fijar a su memoria algunas imágenes que lo ayudarían a reconstruir su identidad. En pocos segundos se encendieron cinco anillos con luces estroboscópicas que le encandilaron la percepción y su mente vagó entre certezas desdibujadas y un vacío absoluto.
Derrotado, aguardaba el dictamen del Cronotribunal de Disciplina. Sabía que sus miembros eran rigurosos con saqueadores de memorias y desertores temporales. Caviló sobre la epifanía que le hiciera perder el control del vehículo precipitando su intercepción: sus cómplices lo habían traicionado desde aquel 1936 donde él los abandonara para que nunca pudiera recuperar las joyas y fuera detenido. Una pantalla transmitió el rostro de todos los condenados, el último pertenecía a Mr. Manfred Mullog.
TRES
"En lo que pensaba que sería el final de mi trayecto existencial, me oculté en la ciudad que erigí a medida de mis pasiones. Habité Altaria tres años equivocando el rumbo para el que la había formalizado. Quizás los tagacianos tienen razón, la memoria nunca debe ser purgada de los contornos imprecisos de sus sombras. Quizás no debí erosionar los pilares fundacionales de la cofradía de coleccionistas, porque en ese acto, conseguí desnaturalizar el propósito de mi propio destino.
Pude alojarme en este pasado ideal deteniendo el tiempo hasta modificarlo, pero en cada línea abierta, ponía involuntariamente a mi hija al borde de un abismo. Todos los presentes alternativos son posibles si se intercede en los eventos precisos, por eso creo que ella está viva a pesar de haber recibido la noticia de su muerte decena de veces. Ante mi ineptitud para rescatarla me enfoqué en la tarea de concretar aquella ciudad intangible y fragmentada que los altagracienses supieron evocar.
Pero a la manipulación de los hechos históricos y a la materialización de un pasado idealizado, sobrevino la soledad. Soy como un artista que luego de producir su obra cumbre, quedó condicionado por el límite del propio virtuosismo y no sabe cómo atravesarlo para recuperar su entusiasmo creativo. Ni la rueda de Eiffel, ni la red de túneles jesuíticos, ni los teleféricos y mansiones mitigaron el vacío en el que caí tras mi última interferencia cronoviatorial, porque no podía compartirla con nadie.
Debí atender prematuramente a las advertencias de mi padre, a quien nunca le creí haber protagonizado un evento de cuarta dimensión. Es probable que fuera lo suficientemente precavido como para no sugestionarme demasiado con su relato de cómo con la ayuda de una cronoviajera del pasado impidió que una habitante del futuro sufriera un accidente. Me llevó tiempo atar cabos entre su historia y la mía, falleció sin saber que había contribuido a prolongarle la vida a su propia nieta.
Hoy estoy dispuesto a entregarme a los preceptores del Superestado Global, desmantelarán mi memoria y tal vez me destierren a un pasado remoto para que nunca pueda regresar a intentar reconfigurar la historia, pero el olvido será el castigo que me redima del desamparo y del silencio que me envenenan de melancolía. Todas las rectas temporales tendrán la oportunidad de fluir, la vida decidirá cómo."
Pude alojarme en este pasado ideal deteniendo el tiempo hasta modificarlo, pero en cada línea abierta, ponía involuntariamente a mi hija al borde de un abismo. Todos los presentes alternativos son posibles si se intercede en los eventos precisos, por eso creo que ella está viva a pesar de haber recibido la noticia de su muerte decena de veces. Ante mi ineptitud para rescatarla me enfoqué en la tarea de concretar aquella ciudad intangible y fragmentada que los altagracienses supieron evocar.
Pero a la manipulación de los hechos históricos y a la materialización de un pasado idealizado, sobrevino la soledad. Soy como un artista que luego de producir su obra cumbre, quedó condicionado por el límite del propio virtuosismo y no sabe cómo atravesarlo para recuperar su entusiasmo creativo. Ni la rueda de Eiffel, ni la red de túneles jesuíticos, ni los teleféricos y mansiones mitigaron el vacío en el que caí tras mi última interferencia cronoviatorial, porque no podía compartirla con nadie.
Debí atender prematuramente a las advertencias de mi padre, a quien nunca le creí haber protagonizado un evento de cuarta dimensión. Es probable que fuera lo suficientemente precavido como para no sugestionarme demasiado con su relato de cómo con la ayuda de una cronoviajera del pasado impidió que una habitante del futuro sufriera un accidente. Me llevó tiempo atar cabos entre su historia y la mía, falleció sin saber que había contribuido a prolongarle la vida a su propia nieta.
Hoy estoy dispuesto a entregarme a los preceptores del Superestado Global, desmantelarán mi memoria y tal vez me destierren a un pasado remoto para que nunca pueda regresar a intentar reconfigurar la historia, pero el olvido será el castigo que me redima del desamparo y del silencio que me envenenan de melancolía. Todas las rectas temporales tendrán la oportunidad de fluir, la vida decidirá cómo."
Crónicas de un altariano.