OCLUÍDO

Posted by Walterio | Posted in , , , , | Posted on 12/28/2018 12:00:00 a. m.

2

UNO


Finalizada la reunión con sus amigos, Valeria Granville revisa los misteriosos sobres que recibió en su cumpleaños. De varios extrae billetes, en uno de color lavanda encuentra los pasajes para las vacaciones prometidas por su tía Ariadna y una disculpa por hallarse en Buenos Aires, asistiendo a un congreso sobre fotografía antigua. El último, de papel madera, guarda una tarjeta con un haiku.

Alguien toca el timbre y la joven deja los presentes sobre la mesa del comedor, junto a las copas vacías y los platos con restos de torta diablo colorado. Abre la puerta y en el umbral la sorprende un paquete cúbico atado con una cinta sepia. Mira hacia la calle pero es un desierto apenas habitado por los secretos de la noche.

Desata el lazo de la caja y encuentra un cronoviatorem acompañado por una nota que la invita a aprender su manejo para viajar en el tiempo. Valeria sonríe y vuelve a asomarse al porche del chalet californiano en calle Arzobispo Castellanos, la desolación es interrumpida por un ómnibus que pasa con rumbo a Córdoba. El tagaciano la observa bajo las sombras proyectadas de un aguaribay.


DOS

De madrugada, el otro altariano atraviesa la Plaza Solares, pocos sonidos comprueban el escaso movimiento de la ciudad a esa hora. Se detiene en el centro, saca su dispositivo de desplazamiento temporal y ajusta los cristales. Ante sus ojos las palmeras se atrofian y los adoquines de pórfido se diluyen en baldosas coloradas mientras los edificios circundantes recuperan su antiguo esplendor.

La luz de la mañana, enciende el paisaje serrano de la villa, se encuentra con desconocidos y vecinos con los que intercambia saludos formales. Contempla algunas vidrieras y al cruzarse con un exhibidor de postales, medita sobre la necesidad de elegir un portal regional para esconder su cronoviatorem de manera definitiva cuando regrese a 1988.

Hace girar el porta tarjetas que le ofrece tomas del Primer y Segundo Paredón, de la Piedra del Sapo, del Reloj Público y de la portada al Patio de Honor jesuítico. Los ojos le brillan al elegir una panorámica. En el bar cercano busca una mesa frente a la plaza, pide una Terma Cola con Hielo y se concentra en componer un haiku para el reverso del Faro de Myriam. Stefford:



1980

El hombre persigue el terraplén ferroviario con un pico al hombro, se aleja lo suficiente como para que en el horizonte se destaquen la llanura, el piedemonte y las sierras de fondo. Salta un alambrado y se pierde en el maizal, olfatea, mira a su alrededor. Un claro entre los surcos le señala un promontorio pequeño en la ondulación de la chacra.

Clava el pico sobre la superficie endurecida del terreno y en el quinto intento, la tosca cede y un cuarto de arco de bóveda emerge a la luz. El hombre se asoma a la oquedad, parpadea y contiene la respiración, se restriega los ojos y vuelve a comprobar que se encuentra solo, apenas acompañado por unas loras que se precipitan sobre las mazorcas todavía tiernas.

Reubica cuidadosamente los escombros extraídos mientras piensa en su descubrimiento y en la voluntad saqueadora y destructora de los hombres, en el poco afecto por la memoria de la tierra.
Justo Torres, desanda su camino silbando en el sembradío y decide que jamás develará que el túnel jesuítico no es un mito creado por los sueños altagracienses.


FIN DE LA SEXTA TEMPORADA

Comments (2)

Maravilloso

guillo: Me alegro que te haya gustado.